Ruta Cultural.
Catorce años de Libros, Artículos y continuamos (V)
Carlos Fuentes: “La voluntad y la fortuna: tercera y cuarta parte.”
Mtro. José Miguel Naranjo Ramírez.
Con la lectura de la tercera y cuarta parte concluye la historia de esta atrapante y voluminosa novela. Al final se comprende que, si bien Josué y Jericó son los protagonistas centrales, entre ellos hay un personaje que va adquiriendo relevancia y resultó ser definitivo en la vida de los jóvenes, este personaje se llama Maxi Monroy. Recordemos que Josué y Jericó crecieron sin familia, de ellos sabemos a partir de los 17 años de edad cuando estudian el bachillerato. Ambos jóvenes son protegidos por el influyente profesor Antonio de Sanginés. Éste se encarga de cubrirles todas sus necesidades, ser su guía, consejero, a los dos muchachos los colocó en diferentes trabajos. A Jericó al lado del presidente de la república mexicana y a Josué en la poderosa empresa de Maxi Monroy. También debemos rememorar que los jóvenes desde que se conocieron mostraron interés y pasión por la lectura, eran adolescentes preparados, cultos, de ideales firmes. A esa edad hicieron un pacto de mantener su amistad a lo largo del tiempo y, acordaron algo más, que cuidarían de no caer en los vicios que tanto criticaban como era la corrupción política. Algunos años pasaron y ahora los talentosos jóvenes se encontraban en importantes actividades profesionales.
Al paso del tiempo Jericó fue cambiando su postura. Estando al lado del presidente de la república como un predominante consejero, modificó su actitud. Cuando charlaba con su amigo Josué de los planes y proyectos que él tenía, Josué le recordaba los ideales con los que crecieron; lealtad, honor, coherencia entre lo que se dice y se hace, Jericó de una manera pragmática le contestó: “La realidad va a exigir cosas acordes con nuestros talentos, aunque discordes con nuestros ideales.” Sí, Jericó busca acción, no sólo pensamiento. Empero, la realidad mexicana le enseñaba que, si quería empoderarse, no podría hacerlo con las reglas de la justicia, el honor, el deber ser, Jericó tenía que actuar con las reglas de la realidad, mentir, traicionar, engañar…Entonces, Jericó empezó a fraguar un plan para derrocar al presidente, su jefe, el hombre que lo escuchaba y les hacía caso a sus consejos. Jericó como poseía mucho poder, desde los pinos fue organizando grupos en todo el país para levantarse, desconocer al mandatario y erigirse él como el nuevo salvador de la nación. Sí, lo nuevo contra lo viejo. Cambiar no es sinónimo de mejorar.
Mientras Jericó avanza en su plan, Josué vive algunos momentos de pasión con Asunta Jordán. Esta bella mujer es la secretaria del poderoso Maxi Monroy. Asunta es una fémina imponente y misteriosa. Cuando disfrutaba momentos de pasión con Josué, le exigía que él no hablara, que sólo actuara. Josué sentía que el acto pasional era incompleto, porque las palabras complementan la sensación y emoción. Él tenía ganas al momento de entrar y salir de verla a los ojos y decirle que: “Era su puta”, que en ese tiempo era suya, sólo suya. Más no podía hacerlo. Un día Josué llegó a buscar a Asunta, no la encontró en su habitación, subió al último piso del edificio donde vivía Maxi Monroy y, de pronto, vio que Asunta era poseída por el vetusto empresario, o, mejor dicho, Asunta poseía a Maxi y ella pronunciaba todo tipo de obscenidades cuando subía y bajaba. Algo así como: “soy tuya”, “soy tu puta”, “haz de mi lo que quieras”.
Pasó un año desde que llegó a trabajar Josué a la empresa de Maxi Monroy para que conociera al empresario. El encuentro se originó de la siguiente manera. Una mañana Asunta citó a Josué, se subieron al helicóptero Maxi, Asunta y Josué. El empresario voló de su edificio a los pinos, urgía una reunión con el presidente, había un tema delicado. Ingresaron y el presidente los recibió muy amablemente. Acto seguido.
Maxi Monroy de manera directa y enérgica le ordenó al presidente que no se sentara. Maxi se sentó y le dijo que lo escuchara. Josué estaba impactado, cómo era posible que el empresario tratara así al presidente. Maxi le dijo que conocía del levantamiento que planeaba Jericó. Le fue a ofrecer ayuda al presidente, éste la aceptó. Aquí Josué aprendía y comprendía claramente que detrás del trono presidencial hay muchos intereses que rebasan la voluntad del presidente. El empresario y el mandatario acordaron. Mientras tanto, Jericó andaba reuniéndose con los grupos estructurados, hablaba con sus lideres y les decía que debían incentivar el levantamiento del pueblo provocando el rencor, el resentimiento entre las clases sociales:
“El rencor. El rencor. El rencor es nuestra arma. Exalten el rencor. El resentimiento mexicano es el abono de nuestro movimiento. Pregúntenle a cada muchacho: ¿quieres arruinar a alguien, quieres vengarte de alguien, quieres obtener lo que mereces, lo que te niega la injusticia, la maldad, la envidia, la desigualdad, tus padres, tus jefes, esos millonarios jóvenes, estos políticos corruptos? El rencor, la tradición maldita del rencor. La más constante tradición mexicana.”
El levantamiento fue fácilmente controlado por el gobierno. Se utilizó el ejército, la policía. Además, no toda la población vive en el resentimiento, así que Jericó fracasó y se fue a esconder al apartamento que habitualmente compartía con Josué. Cuando éste lo vio, le dijo a Jericó que su vida corría mucho peligro. En ese mismo contexto arribó al apartamento Asunta Jordán. Los jóvenes quedaron perplejos, pensaron lo peor, pero no, Asunta fue por Jericó y se lo llevó al edificio donde vivía Maxi Monroy, afirmando que allí estaría seguro. Jericó se distanció de Josué, primero porque había cambiado mucho, después, porque el imberbe Jericó también se enamoró de Asunta Jordán y ella no le hizo caso por preferir a “Josué”. En la parte final de la historia Asunta logra enorme protagonismo, todo indica, el lector lo podrá descifrar, que fue la encargada de enviar a “buen recaudo” a Jericó. En lo personal, creo que fue sólo ella, no creo haya sido en contubernio con Maxi Monroy.
Josué siguió llevando una vida normal, aunque vivía intrigado por saber qué había sido de su amigo- casi hermano- Jericó. Asunta sólo respondía que estaba en buen recaudo. Para intentar investigar un poco más, Josué buscó a su maestro Antonio de Sanginés, éste le respondió lo mismo: “Está a buen recaudo”. Más, siempre la respuesta llevaba implícito una mirada que indicaba: “Eso no se pregunta, debes comprenderlo”. Con su maestro Sanginés platicaba mucho sobre el poder, el orden, el Estado, de hecho, Josué escribía una tesis sobre: “Maquiavelo y el Estado moderno”. Sanginés intentaba aplicar, es muy fácil, el pensamiento del autor florentino con la realidad. Así abordaron el análisis de la parte final del gobierno del entonces presidente de México llamado Valentín Pedro Carrera. Sanginés le platicó a Josué una de las más recientes conversaciones que tuvo con el presidente: “No exagere las expectativas. –No pretenda alargar el sexenio o reelegirse. –La longevidad para el presidente es fatal para la reputación. –Recuerde que los presidentes empiezan en la luz de la esperanza y terminan en la sombra de la experiencia. –En la oposición la pureza, en el poder el compromiso. –Prepárese a tiempo para abandonar el puesto, señor presidente. –Sólo será visto como un buen presidente si sabe ser un buen expresidente.” Sanginés le seguía enseñando a su alumno: “La capacidad de autoengaño de un político es infinita. La pesadilla de quienes quisieran haberse reelegido y no pudieron. –¿No pudieron? ¿O no quisieron? –No los dejaron. –A Álvaro Obregón lo asesinaron…a otros no se los permitió una insurrección del gabinete. O una falsa creencia de que, escogiendo al sucesor, éste sería un títere en manos del antecesor. Sucedió todo lo contrario. El tapado de hoy destruyó al monarca de ayer porque el nuevo rey tenía que demostrar su independencia de quien lo designó sucesor. –Aventuras de la monarquía sexenal mexicana.”
Josué nunca más supo a ciencia cierta qué pasó con su hermano Jericó. Sí, hermano de sangre, no sólo de elección. Porque en una cena Antonio de Sanginés le confesó que el preso Miguel Aparecido, Jericó y Josué eran hijos de Maxi Monroy. Con esta confesión se cierran todos los círculos de los personajes. E incluso, no queda una sola duda de quien fue quien…En cuanto al término “buen recaudo”, esta expresión fue empleada por Asunta Jordán, la mujer más cercana a Monroy, la mujer que podría heredar toda la fortuna del octogenario Monroy si sus hijos iban a “buen recaudo”. Miguel Aparecido estaba resguardado en una prisión que él eligió de por vida, Jericó ya gozaba de “buen recaudo”, ahora sólo faltaba Josué. He aquí el origen del inicio de la novela: “Cabeza cortada”. Josué nos evidencia qué es vivir en “buen recaudo.”
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