Conversatorio.
Un año de tu ausencia, madre.
Ángel Rafael Martínez Alarcón
Madre mía: ha pasado el primer año de tu partida física de este mundo, con la certeza que también ha sido tú primer año de conquistar la patria celestial de la cual siempre tuviste fe, en la eternidad. Han pasado los 365 días, las 53 semanas, las 4 estaciones del año, primavera, verano, otoño e invierno. Las temporadas de las frutas, hace unos días, probé el primer mago de la temporada, y que bien recuerdo que fue tu fruta favorita, y más eran mangos manila, y verte la felicidad de tu cara al tener entre tus manos, saboreando el aroma de esos mangos manilas de las huertas de Cerro Gordo.
Ha sido un año difícil para toda la familia, por la sencilla razón siempre fuiste la luz que nos iluminaba en cada una de nuestras vidas. La vida de los seres humanos está regida por ciclos, hemos celebrado los cumpleaños de cada uno como siempre, pero estas últimas ya sin tu presencia física, y, pero eso sí todos nosotros con tu presencia en nuestros corazones. Como también las conmemoraciones luctuosas de la familia, el 10 de octubre, 11 de marzo, y el día de los fieles difuntos, hemos celebrados esas fechas que su momento nos hizo sufrir, siempre con tu apoyo. Hoy tenemos que sumar, la facha que has retornado a la vida eterna, el 17 de abril de 2023, ha pasado un año. Donde hemos aprendido a vivir sin tu presencia física. Aunque la espiritual está eternamente en nuestros corazones.
24 horas de darte santa sepultura, a lado de Ignacio Eleuterio, ahí en Bosques del Recuerdo, desde donde puede observar la ciudad que te vio crecer desde 1941. Recibimos una llamada desde Tres Valles, Ver, para informarnos del fallecimiento de la prima Adelita, como mis hermanas Ana Rosa y Rosario, con todos los sentimientos encontrados. Otro velorio más de suma en nuestra vida. Acompañando a los primos: Samuel, Leopoldo y sus familiares. María de Jesús y Ángeles, siguiendo los funerales desde zoom, por su residencia en Norteamérica. También todos los recuerdos con la familia Ríos Monteras, que misterio la vida, en una semana dos familiares fallecieron en tan poco tiempo.
En menos de un mes regresamos al IMSS, Agustín, el esposo de María Luisa, ingresó a la clínica de Lomas del Estadio, fueron semanas de estar ahí en la guardia, todo el recuerdo reciente de tu estancia, ahí en medio del dolor de miles de veracruzanos que llegamos a dicha clínica. Agustín como tú madre, ahí en el sufrimiento, recibiendo los servicios médicos, el personal médico muy profesional, y nunca falta el médico o enfermera con otra mística del IMSS, fundado por el presidente Manuel Ávila Camacho.
Agustín, falleció la tarde del martes once de julio, en la casa de todos, ahí en la Cruz de la misión. Y otra vez sentir todos los sentimientos del dolor por la partida de otro familiar tan cercano. Fue velado en la misma sala donde fue velada en Bosques del Recuerdo, así como su sepultura, ya que son vecinos en el panteón fundado hace más de 30 años.
Tus nietos: Jonathan, Pablo Armando, Daniela y Maximiliano, fueron excelentes anfitriones durante tu velorio, como si fueran instruidos por ti. No dejaron ningún segundo de ofrecer tamales, pan, café, agua, o refresco, fueron tan eficientes que hasta los familiares de los otros difuntos también velados ahí, les ofrecían los alimentos. Era confirmar tu liderazgo y enseñanzas con los niños, que por primera vez en su vida eran testigos de primera fila de un acontecimiento de muerte. Como también Paola a sus siete años también asistía a un velorio, quien, en estos momentos de tanto dolor en mi corazón, nunca se separó de mi lado.
Desde hace un año, la orfandad, yo pensaba que era un sentimiento para los menores de edad. Pero a los 57 años también es muy impactante. Ya como adulto mayor también hace un impacto más fuerte. Por todas las horas vividas juntos, el crecimiento, los días difíciles como aquellos días gloriosos donde siempre estuviste presente, desde tu a oraciones, las palmas en los hombros, tus consejos, como también tus regaños, que siempre salían de tu corazón. Hoy el dialogo permante ha sido por medio de la oración.
Las rutinas de las familias son parte de las dinámicas, hoy salgo de la ciudad, trato de enviarte un mensaje para reportarme, y el regreso también de cómo fue en el viaje, y los recuerdos que esas prácticas ya son del pasado, el reporte como fue. Sólo el corazón te informó de mis actividades de mi vida.
Hoy todo son recuerdos, tu más exquisita gastronomía, el arroz, el asado blanco, todos tus platillos, su receta, el amor de su sazón y el placer de vernos comer. Sólo resta evocar al poeta veracruzano de Salvador Díaz Mirón, (1853-1928) : Mamá, soy Paquito; no haré travesuras». Y un cielo impasible despliega su curva
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